miércoles, 10 de febrero de 2010

ECONOMÍA: La doctrina del marxismo (Parte I): Su concepción del hombre

* La presente es una exposición sucinta de la teoría marxista para sustentar futuros análisis y críticas al respecto, a los que agradeceré mucho contribuyan los lectores.

Para Marx el hombre es ante todo su trabajo, un productor social de sus medios de subsistencia. Por su acción sobre el mundo exterior, la naturaleza y la sociedad, el hombre modifica continuamente su propia naturaleza. Criatura maleable, el hombre se modifica con la historia. No posee un ser real o verdadero sino que es un mero devenir de las condiciones materiales de su existencia. “La esencia humana no tiene realidad alguna verdadera” (Karl Marx, Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, introducción) dice contundentemente Marx.

En la misma línea y fiel a su materialismo, el marxismo niega la primacía del espíritu. Éste no es más que un producto de la materia, la cual lo engendra, mueve y dirige. Sin la materia el espíritu. El pensamiento y la conciencia no son más que un subproducto de la materia en eterna evolución, en eterno movimiento. “La materia en su ciclo eterno se mueve según sus leyes que, en un alto grado determinado, tan pronto aquí, tan pronto allá, producen en la sustancia orgánica el espíritu pensante”, escribe Engels (Citado por Maurice Fraigneux, Comunismo, mística inhumana, Ed. Atenas, Madrid, 1952, p.161).

El hombre no existe como persona o individuo sino sólo como ser social. Está formado por la sociedad y depende enteramente de ella. “El hombre es el mundo del hombre: Estado, sociedad” (Karl Marx, Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, introducción). La sociedad es anterior a él. Lo forma y moldea. Su conciencia no le pertenece esencialmente a sí mismo sino que es fruto de la vida en común. Sea que piense, actúe o hable, sus impulsiones más originales no salen de lo profundo de su ser, sino que responden a la clase social a la que pertenece. “No es su conciencia la que determina su ser social sino que es su ser social el que determina su conciencia” (Karl Marx, Contribución a la crítica de la Economía Política, prólogo).

Pero el hombre está a su vez enajenado, es decir, se ve sometido a los productos de su propia creación en un sistema de producción ajeno a él y que no controla conscientemente. “La desvalorización del mundo humano crece en relación directa a la valorización del mundo de las cosas” nos dice Marx (Karl Marx, Manuscritos económicos y filosóficos, Madrid, 1970, p.105). Pero, ¿cómo es que se enajena el hombre? El hombre se enajena en el trabajo. Su trabajo es algo externo a él, no pertenece a su ser. En el trabajo no se realiza, sino se degrada; no se siente feliz, sino desgraciado. Por ello es que su trabajo es pesado y forzoso. Dada la propiedad privada de producción cuando el hombre trabaja lo único que hace es enajenarse pues su trabajo no le pertenece a él, sino a otro.