* La presente es una exposición sucinta de la
teoría marxista para sustentar futuros análisis y críticas al respecto, a los
que agradeceré mucho contribuyan los lectores.
“Yo quiero vengarme de aquel que reina por
encima de nosotros (...) Yo lanzaré mi guante a la faz del mundo y me esforzaré
por hundir a ese gigante pigmeo”. Estas palabras lanzadas contra Dios
pertenecen al joven Marx en sus años de Universidad. Marx tomó de Feuerbach el
materialismo y el ateísmo. Al igual que él, sostenía que la negación de Dios
era indispensable para la construcción de un verdadero humanismo, puesto que
Dios no era más que un ser ilusorio, fruto de la alineación del hombre.
De este modo fundamenta su crítica a la
religión: es el hombre el que hace la religión y no la religión la que hace al
hombre. Ésta no es más que la realización fantástica del hombre alienado,
constituyéndose como una “alienación de segundo grado” consecuencia de la
alineación económica. En palabras de Marx:
“La miseria religiosa
es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta
contra ella. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de
un mundo sin corazón, el espíritu de una situación sin espíritu. La religión es
el opio del pueblo”
(Karl Marx, Crítica a la filosofía del
derecho de Hegel, introducción).
La religión es efecto de la estructura social
injusta y al mismo tiempo la causa que refuerza esa injusticia, sacralizando
los valores del servicio, sacrificio, humildad y paciencia en el “valle de
lágrimas” del mundo. En cuanto “opio del pueblo” la religión lo adormece y lo
hace soñar con un ilusorio más allá, distrayéndolo de la miseria real que vive
en el más acá e imposibilitando la transformación de su realidad, lo cual sólo
será posible si es que aúna sus fuerzas y revoluciona la estructura social del
mundo real. Así “la abolición
de la religión como felicidad ilusoria del pueblo, es la exigencia para su
felicidad real” (Karl Marx, Crítica
a la filosofía del derecho de Hegel, introducción). En consecuencia, la
religión ha de ser totalmente eliminada de la sociedad comunista, ya que su
único papel es consagrar la opresión y explotación y en la sociedad comunista
el hombre es libre. Sólo ahogando las manifestaciones de la religión se
completa la liberación del hombre, pues se lo libera de las cadenas a las que
se ve atado por esta visión deformada del mundo y las cosas.
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